A los 83 años de edad, le decimos adiós a Juan Mario Españón, fundador de la empresa Bicicletas Enrique.
Uno de los patriarcas de la bicicleta argentina, sucumbió ante los embates de sucesivas enfermedades que lo atacaron en los últimos meses. Con él se va un gran visionario de la industria y el comercio de la bicicleta de Argentina.
Lo sobreviven su esposa, Margarita Martoglio, y sus hijos: Marisa, Claudia, Adrián y Enrique, quien lleva el nombre de esta marca de bicicletas con presencia a nivel nacional.
Juan fue un gran propulsor del ciclismo argentino, siendo mecenas de varias generaciones de ciclistas y organizador de carreras como la Doble Mina Clavero y soporte de innumerables Vueltas de Córdoba.
Desde su modesto taller ubicado en Agustín Garzón y Sargento Cabral, cargaba su camioneta con un puñado de bicicletas y recorría la campiña cordobesa, recorriendo caminos de tierra hasta llegar hasta el último poblado para vender sus productos. Así comenzó a edificar lo que se convirtió luego en una de las empresas más consolidadas del sector a nivel nacional.
Juan Españón logro la jerarquía de líder en el sector a base de trabajo y esfuerzo. Fue hasta no hace mucho consultor de cuánto empresario se aventurara en la comercialización de bicicletas. Su palabra tenía el peso de la sabiduría, sapiencia y experiencia de años en el rubro. Nunca fue egoísta y siempre estuvo dispuesto a dar una mano a los emprendedores.
Hace un tiempo que no estaba en la primera linea de las negociaciones y en la fabricación, pero su legado ha sido capitalizado por hijos y nietos que hoy lo añoran. Precisamente Francisco Leporatti, uno de sus nietos, es uno de los fundadores de la empresa Cletta Bicipartes.